Luna escarpada

Tendrás que escalar con fuerza
para salir de la burbuja programada,
ignorar aquellas voces que te exhortan
"¡quédate!";
patalear aquellas manos que te acaudillan,
manipulan y llevan a la penumbra,
al gran espacio sin luz
donde viven sombras lacrimógenas
que obvian cuerpo o alma,
identificando
la sombra como cuerpo.

¡Venga, tu puedes!
¡Escala!
La luz está cerca ¡muy cerca!

Justo antes de salir,
echas un último vistazo abajo
advirtiendo una gran nube bruna
como el petróleo; un enorme poso
lleno de umbrías cabizbajas que realmente,
siendo consciente del gran latifundio que abarca la vida,
solo es polvo
¿cómo un pequeño rastrojo comprende tanto?
¡Cómo, dime, cómo!
Pero no flaquees ahora.
Vuelves la vista arriba,
exudando tu última lágrima dentro del sumidero,

una lágrima de felicidad
que todo presidiario mirará asombrado por
su brillo pacífico, amoroso y tolerante.
Quizás ese poquito de humanidad que
queda
en
el
mundo
venga de eso,
de humanos que filtraron su última lágrima
dentro del meato parasitario
haciendo prehumanos que anhelaron vivir
en su condición deformada de cucaracha,
y no fueron tímidos en tocar la lágrima
para darse cuenta,
escalar el precipicio

y alcanzar la luminiscencia.