Regreso del futuro

poema de Julie

Puede que ya me hayan habitado mil presencias
que piensen por mí.
Tenía solamente 20 años. La transparencia solía ser desgarradora; y me reía,
como siendo alguien que se amaba a sí misma.
Me reía, mis manos escribían por mí, como si alguien que no fuera yo les ordenase moverse. Y quién sabe por qué, no temía.
Hay cosas que no pueden explicarse. Sólo son ciertas, y eso es todo.
A veces me enamoraba de los árboles pálidos, sórdidos,
desconsolados de despojos. Podía saborear sus frutos,
siempre y cuando los pensara con fuerza y apretara los dientes,
como algo que no pasa pero es bello y abismal. Las cosas existían lejos de lo que yo pensaba. De lo que veía. Y de todas formas, me reía. Quizás porque a parte de mí no era nadie,
y lo efímero me parecía lo más tonto. Tonta de mí, que te escribe, desde abajo. Julia, si eres, recuérdame algún día. Julia, mi nombre, tu nombre,
dicho tantas veces que ya carece de sentido.
Las cosas son parecidas,
llevo tres días sin bañarme
y me rocío con perfume frente al espejo. ¿Soy la misma?
Tenías 20 años
y querías ser una anciana. No entendías nada,
por eso las cosas son parecidas.
Pero todavía te ríes del asfalto que pisas. Como si un padre fuera a cobijarte de la lluvia,
como si la manzana del árbol pálido hubiese brotado.
Como si ese árbol hubiera verdaderamente brotado.
Me rio, porque te veo, y sigues esperando. Te arde el verso, el ala que te cortaron. Asúmelo, es injusto. Pero las cosas existen aunque no las pienses.
Parece que sanarte es ir en contra del mundo.
Hoy en día, amarse a una misma es horroroso
y da casi vergüenza,
sólo lo hacen los tontos y los ancianos.
Y tú, que te pensabas anciana,
como si las cosas ya no sucedieran,
y es una porquería verte aquí sentada
leyéndote con 20 años,
como si por fin ya entendieras.
Como si hubieras dejado de reírte,
y amarte a ti misma ya fuera casi un disgusto que aún buscas,
sin entender
por qué tanto empeño en amar algo horroroso
y que da casi vergüenza.
Tan tonta, tan anciana,
leyéndote después de tantos años
de no comprender.
¡Julia, es vergonzoso que todavía no entiendas!