Amor único, ciego

En cambios repentinos,
debería ser distinto lo que vivimos,
debería realmente existir una diferencia, un cambio.
Pues no.

Cada día el infierno mengua,
porque le vas quitando más demonios de los que puede crear.

Tiempo con tiempo, los minutos sufren
porque los haces desangrarse al esperar por tu vida.
El chance que se juegan al querer ver envejecer tu rostro,
los extermina, pues claramente tu rostro no envejece.

Los hombres sufren, pues no saben como hacerte reír sinceramente,
creen conquistar tu cuerpo, más no tienen tan siquiera tu atención.

La luna, digna de llamarse reina,
no reina sobre tus singulares cabellos,
pues no sabe como introducir su luz en el ocultismo de los mismos.

Quien ose leer tu mente, sólo perderá la cordura
pues no comprenderá el extraño tipo de dulzura que en ti habita.

Mas yo aún ruego a dios y a ella,
le pido a las cruces y a los espíritus,
le suplico a las letras y tus demonios,
ruego cada vez que siento el mal en mi sangre,
esperando que la amistad entre tus males y tus ojos no cese,
que continúe siempre siendo lo que es,
un vacío para los que no saben leer,
un vicio para quien como yo, conoce el poder de tu olor.

Muere, y cuando mueras, recuérdame morir contigo,
o viviré obsesionado con tus labios de amor ciego.