Yuyo De Baldío
Una angustia sosegada, pero honda y constante
por cosas perdidas, recorre las callejas de mi pecho
donde en un vericueto de sus mil pasadizos, la cordura
me tiene encañonado el corazón para que, mudo,
no reclame a gritos su encendido ayer.
Sin embargo, menos sincero que mi espejo,
hoy me paro en mi obstinada irrealidad
ante grises personas otrora ‘imperecederas’ como yo,
que dejé para volver a reencontrar de tanto en tanto
y deslumbrarlas, siempre quimérico conquistador,
mitad verdad mi afán.
Es que definitivamente regresé a mi pueblo.
¡Aquí estoy, barrio! ¡Amigos, aquí estoy!
Me dicen que el flaco Viterbo Villarino, con una soga
y una rama de eucalipto, y después el “Negro” Palermo,
con una bala, le dieron un rotundo esquinazo a la vejez.
Al pie de su hazaña, diminuto, callo.
Y por aquel amor ni me atrevo a preguntar.
Me ciño la nostalgia inútil, procuro su garra mano mansa
en mi poca fe y, fuerte de ánimo como se miente un hombre,
asido a lo yermo de la oportunidad, subsisto vano,
confiado en no sé qué, como yuyo de baldío.
Comentarios & Opiniones
Agradable poema bien estructurado filosófica y artísticamente.Grata lectura.
Muchas gracias, Vanessa, Päblo, muy amables.