Un Casal

poema de Juan Oriental

Eran un casal
de torcazas ancianas
que apreciaba ver
en su gajo en las tardes,
aunque por sus años
ya no se arrullaran.
Si acaso un cariño
que a veces notaba
del macho a la hembra;
un roce de plumas
de amor a destiempo
cuando ella pasaba.

Distantes y juntos;
noche y alborada,
él, noventa y cuatro
y ella ochenta y ocho.
Oculto en ocasos,
yo los contemplaba
y me complacía
su perseverancia;
afecto y rezongos
en una perpetua
condena agridulce
feliz y obligada.

Su palabra de antes
para siempre dada.
Pero en modo triste
y aunque no se debe
morir en febrero,
ella, que me amaba,
voló de este mundo
de ocasos en calma
y tan sólo queda
del casal añejo,
ave confundida,
mi padre en su rama.

Yo le ayudo el vuelo
lento de sus alas;
aunque, por vacíos
ya no sé de ocasos
que no sean aquellos
que guardó mi alma;
los que me devuelven
entre llamas áureas
o moras y frías,
el casal de seres
que dieron origen
al numen que clama
con clamor escrito
verlos en la casa:
mi padre y su tele,
mi madre y su tablet
en las tardecitas;
casal de torcazas.
.
José Luis Remualdi Cavallero