Tiempo

poema de Mr. Smithson

V

Desde una ventana donde la oscuridad zumba
los ojos de duendes, verdes esmeralda
invaden mi terror al ritmo del largar de los fantasmas
y brujas que tras cada brisa invaden mi alcoba cada noche.

Bajo mi cama se vierte sobre el suelo las largas manos
de un amarillento esqueleto que lucha con los juguetes
por salir a mi encuentro mientras,
sus huecas órbitas serpentean de ellas arañas y lagartos.

Todos danzan y se mofan entre gritos destemplados,
hacen de mi imaginación, la realidad más terrorífica
mas, tras las murallas invencibles de mis sabanas
los peluches y la lámpara del buró, la fiesta se resume
al instante entre una casa de caramelos y viajar a Venus.

XV

Desde la calma de la noche,
hay algo más que no me deja dormir…
Busco. Pienso. Medito en la calma de la noche.
¿Tal vez sea Vanessa la que no me deja dormir?
Mi mente la detalla bien, desde el perfume lavanda
hasta la delicada forma de sus piernas tras la falda.
Y suspiro. En la noche, en la oscuridad apacible de la noche
Pensando… ¿Cómo besará Vanessa?
¿Cuál sabor tendrán sus labios?
Pero la rutina llueve sobre el itinerario de mañana
y el colegio se vuelve el motivo de mi desvelo.
Las tareas hechas, los cuadernos al bolso,
todo. Sobre la oscuridad que la ventana inunda
las paredes, los posters, los tenis, la laptop…
Se vuelen poco a poco el tedioso bostezo
para oler el sutil concepto de “brisa frutal”.

XXXV

Desde la tierna luz que la estancia
rasguña en una lámpara mate,
“la vida del maldito” no es más que cuentas
como en las que se ahorca el mundo
vendido y comprado por la discriminación más sínica:
una cuenta.
Al otro lado de la luz, yace la contradicción más hermosa,
y responde a Rebeca.
Tal querube, duerme al molde de las sabanas.
Que adorna su silueta de hombros suaves y tibios.
Es hermosa la noche, la tenuidad, el silencio, su cabello;
sobre mí, su cabeza recostada me hace pensar:
es la vida tan sencilla como el deleite al ritmo de su respirar.
Y mi mano que sobre ella acaricia, mi mente se resume
a la brega diaria.

Pero, tras el tiempo se vislumbra el recuerdo
y el sabor a caramelos es tan dulce
y Venus está a la vuelta de la esquina
y Vanessa… ¿Dónde estará?
Y las brujas ya no me visitan como antes,
ni siquiera los duendes corretean por el techo ya.
Y el tiempo me golpea en el la clama que brota.
¡Ja! Brota de la oscuridad de la ventana.
Que siempre es la misma, que siempre me trae a la realidad
distinta, liviana o años más pesada. Pero realidad,
algunas tristes, algunas inexorables.

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