Tratado de paz

poema de De Pando

That old feeling : Chet Baker

Hoy no es día de lamentaciones piadosas,
de recrearse en la sucesión del llanto.
Hoy canto a la luz de las hogueras
a los rayos que no cesan.

Me voy a despedir de las cobardías
que siempre llevo en los bolsillos,
tengo que aprender a huir de las miserias del vivo.

Hoy, por lo menos hoy
quiero/necesito regresar a mi verano añil.

Vamos a planear por las costillas del mar,
a perdernos en este pequeño recuerdo marítimo
donde comencé a suspirar en plural
a sentir sin término.

Hoy que
las tardes son de acuarelas
las noches de incienso
y los días de remanso.
Es cuando viajo a ese sentimiento
(medio mio || medio tuyo)
a esa dulce delicia para los sentidos.
Para el olfato es una brisa de levante Atlántico,
para el gusto la simbiosis de nuestra saliva,
para el oído la sinfonía de su voz en la marea.

Estamos al sur de las cigüeñas
jugando a la inmortalidad,
amasando los sueños
con la inexperiencia de los valientes,
construyendo faros sin paradero.

Este es mi refugio cuando
soy un charco de sed,
aquí huyo si sangro de más,
aquí hago un pacto de ficción
un tratado de paz con la nostalgia,
y me escondo como los niños
con su inocencia de pan
en cada rincón de mis adentros,
me escondo en voz baja bajo
los brazos de la luz,
sobre todas las nubes que guardo.

Sí, hoy tan solo necesito
recordar y olvidarme,
volver a las imprudencias del barro,
donde el dolor era de pegatina
los miedos eran humildes
sin el óxido de la lucidez
sin la experiencia sobre el lomo.

Hoy os confieso/mendigo
que si mi voz muriera en tierra,
me concedierais un último capricho necesario,
el de llevarme al mar que os canto
condecorando mi voz con la soledad marinera,
dejándome en la remota orilla de la esperanza.
Sumergido, plácido, inconsciente,
desprendido de todo lo que nunca tuvo importancia
(casi todo)
exiliado al lugar que nunca abandoné
junto a la ingravidez de los que se fueron.

Hoy, aunque sea solo hoy
dejadme dormir/morir libre,
con el aroma de la arena
arrimando mis utopías,
lejos de las esquirlas de la sal,
a la vera de todas las veces que fui.

Este es y será mi último deseo,
el que delego desde mi garganta,
el que suspiro desde la súplica,
el del ancla y la estrella
el del viento y la vela.