La esperanza del mañana

poema de De Pando

"Llamé a la miseria del ayer"
-Rafael Carvajal

Intentando como un pusilánime acariciar la reminiscencia,
llamo a la miseria del ayer
para mejorar este impreciso talento de herirme sin manos,
pero algo sale mal.

Un embrujo me amordaza
y empiezan a cobrar pulso
todas esas baladas con destinatario,
todas esas palabras con dueño,
todos esos poemas sin voz.

Todo esto con el agravante del otoño
y su errante nostalgia perenne,
poco puedo hacer salvo pedir asiento.

Y me siento en el legado de la hojarascas
y comienzo a trazar la ruta
entre el cuerpo y el alma.

Un puñado de recuerdos cosidos a mano
comienzan a sembrar brasas cerca de las hojas.
Hace el frío suficiente como para sentirse herido
pero tan solo es una excusa para justificar
que estoy temblando.

Estoy temblando y mientras mis pulmones
coqueteando con la apnea
con el sonido de mis costillas crujiendo en superlativo.

Todos esos recuerdos que confeccioné
empiezan a soplar con el levante a favor
hacia lo que parece el nacimiento del fuego
y entonces las hojas experimentan el pánico
y arden al compás de la herida.

En lo que la ceniza brota
empiezo a conjurar un llanto
lo suficientemente profundo
como para inundar un océano sin nombre.

Mientras las llamas hacen por vivir,
el humo esboza la miseria del ayer
haciendo de la tristeza un diccionario.
Entonces mi conjuro se funde
con un melancólico plañir sin respuestas,
consiguiendo invocar el canto
de una dulce lluvia otoñal
con la esperanza del mañana.

Tras un continuo tronar,
los recuerdos sufren el exilio del desahucio
y lo que era fuego
ahora es el nacimiento de una orilla.

Y con el olor de la ceniza,
el silencio tras el miedo
y el canto por sobrevivir,
me levanto con respeto
dejando el rastro del pasado
fundirse con el perdón del olvido.