Equinoccio

poema de De Pando

Mi cuerpo va sintiendo como
los suaves pasos del otoño
comienzan a sembrar migas de suspiros sobre mi boca.

Este tiempo volátil de lluvias
sin mayor miedo que el de morir
y vientos sin mayor pretensión que la de volar,
se convierte en el bálsamo idóneo
para sanar todo aquello que el sol,
no ha podido enterrar bajo la arena.

Ahora que los viñedos empiezan a vestir despoblados,
los árboles empiezan a practicar el desapego
y la noche empieza a alzarse inmortal,
termina aquel verano que dejé a medias
y llega el equinoccio como una profecía reincidente
para celebrar en voz baja,
que el verano ya dado su último atardecer.