La flor del ultravioleta

La flor del ultravioleta

Soledad de un millón de rosas,
Siendo azotadas en alguna mirada del decrescendo.
Esperando el relucir del amanecer,
Para el canto del florecer.
Un lirio a lo lejos se asoma,
Observando la igualdad en el campo de los sangrientos pétalos.
¿Oh, podrá ser su rocío capaz de despertar a su bello capucho?
Florecer nunca había sido tarea para dos,
Aún, la pobre flor buscaba ayuda en el río del primaveral Dios.
Río de doradas aguas cristalinas.
Uno de mil respiros llevados en olas marinas.
Morado parecía el retoño,
En vuelto en ultravioleta.
La inocencia cayó en el río,
Siendo trasformada para siempre.

Florecida volvió nacer.
Mirar hacia atrás con aquella sonrisa imaginaria,
Pensando que todo iría mejor.
Se unió a sus hermanas en las tierras del olvido.
Se había vuelto otra simple rosa en el campo,
Aunque el tinte abandonaba sus pétalos en contadas ocasiones.
Como vieja glamurosa entrando en sus 60,
Tiño su imperfección en un perfecto rojo.
Las traicioneras rosas la miraban con curiosidad y miedo,
Diferente sin duda era lo que era.
Llanto en el ambiguo silencio,
Lágrimas verdaderamente falsas.

Primavera se fue en la última tormenta.
Verano llegó en la primera brisa.
¿Acaso habría algo más perfecto que eso?
El lirio siguió por eras.
Creía ser una rosa elegante,
De esas que todo el mundo quiere dar.
Cuando a todas, el primer pétalo se les hubo de caer,
El lirio seguía con todos intactos,
Como la novedosa virgen en un prostíbulo.
Miradas de curiosidad convertidas en odio,
Furia transformada en daño.
Oh, pobre de nuestro retoño,
¿No es así?

Milenios debieron pasar,
Hasta que la falsa rosa abandonara el jardín.
Violada había sido,
Nada de rojo quedaba en sus pétalos.
Blancos como la nieve asesina,
Encabezado su frágil tronco.
El río siendo su viejo amigo,
Abriéndole la puerta al mundo de verdad.
Dejando atrás el jardín de un millón de rosas,
Esperando aún el amanecer.