VERDADERA HUMANIDAD

poema de Jair Segura

Hagamos una reconstrucción del polvo, de los trozos del espejo,
de la sonrisa perdida,
del brillo que se ha opacado, de la voz que se ha silenciado.

Hagamos un reencuentro de nuestras memorias, del niño que vemos (aún) en el espejo,
de nuestra infancia fugaz y sus sueños de adulto.

Hagamos memoria de los abrazos de la abuela, de las historias del abuelo,
de ese primer beso,
de la primera despedida,
de la primera ruptura de corazón.

Echémosle un vistazo a la sonrisa que creemos perdida,
al fuego que desprende nuestro tacto, a los pensamientos susurrantes.

Retomemos las carreras hacia nuestras metas, la senda hacia el perdón,
al regazo gentil de nuestra madre,
hacia los viajes en avión por nuestra imaginación.

Tomemos por la mano a la verdad, incluso al monstruo bajo nuestra cama, a la tan olvidada bondad,
a los paisajes que vemos por la ventana.

Naveguemos por las venas de la pasión, en las aguas del éxtasis,
en la humedad de unos labios
en medio del fuego de un cuerpo relente sobre nuestra cama.

Volvamos a creer en Dios por un segundo, en la benevolencia de la gente,
en que el universo conspira a nuestro favor, en que nuestra fugacidad
se convierte en estrellas pasantes.

Escuchemos el llamado agónico de los árboles al morir,
el canto que transmite la luna,
el llamado que nos hace la tierra,

la desesperación de una distancia que pide ser acortada.

Hallemos felicidad en la miseria incluso en el dolor,
en los miedos infundidos,
en las lágrimas llenas de recuerdos, en la sombra de un hombre ausente.

Alcemos la vista del que mira hacia abajo, de las miradas perdidas,
de los rostros atacados por las guerras,
de los que piden una nueva oportunidad para creer, de las pequeñas manos
que piden un poco de comida, de la destrucción inconsciente.

Desgarrémonos el pecho para que brote lo que hemos olvidado,
sangremos por un momento sobre las semillas del mundo, tal vez, solo tal vez
empiece a germinar la verdadera humanidad.