PARA LA ÚNICA MUSA

Definitivamente no me equivoqué contigo tú le das sentido a esa palabra
tan escasa en mi vocabulario,
a ese sentimiento tan escaso en mi vida.

Abrazas mis miedos, calmas mi llanto,
le das paz a mis pensamientos;
y me vuelvo frágil, susceptible y un pionero a sentimientos no antes sentidos.

Me vuelvo un niño
cuando me recuesto sobre tu pecho y danzo al ritmo de tus latidos
entonces tú, que derrumbas mis murallas dejándome indefenso,
domas al dragón y escapas de la torre.

Tú que calas cada vez más profundo en mí subconsciente, te conviertes en musa,
en gitana, en hada, en dueña de mis pensamientos.

Tú y solo tú ves a través del umbral de mis ojos
buscando escribir un nuevo
comienzo con nuestros nombres.

Entonces me haces consciente de que
suelo ser muy complicado la mayor parte del tiempo, hay heridas que no han sanado
y sangran cada vez que las toco…
pero siempre encuentro calma en tus labios, aunque aún me posea un inexplicable frío y aunque aún esté dando pequeños pasitos y aventurándome hacia el amor,
tú logras que deje poco a poco mis miedos atrás, entonces me arriesgo a soltar mi espada
y desprenderme de mi armadura
presentándome ante ti no más como un caballero, no más como un guerrero,
sino como un simple hombre.

Un hombre dispuesto a que tus flechas se incrusten en su pecho,
un hombre dispuesto a morir en tus manos…

Pues morir en tus manos,
es volver a nacer.