LA MASA

La masa sostiene el universo,
hablo de un material inflamable,
amorfo,
capaz de llevar en sus hombros
el peso de millones de conciencias
destrozadas,
millones de ganas de matar al prójimo,
millones de gritos ahogados,
de rabietas contenidas en pequeños cuerpos terrícolas
que luego la masa drena
hasta los confines oscuros de su estructura.
La masa no es más de lo que puedas imaginar,
no es portentoso su perfil,
no tiene brazos enormes
ni músculos,
ni huesos,
ni arterias,
ni un sistema inmunológico capaz de vencer,
pero vence al fin,
siempre vence;
hablo de un espécimen nuevo
pero que siempre ha estado;
te ha visto crecer,
llorar por la noche,
fracasar cuando más lo intentas
y lo vuelves a intentar.
La masa es silenciosa,
se cerciora de que no la veas
mientras te respira en la oreja
y te va soplando uno a uno
los temores,
los falsos amigos,
los días malos y
los más malos,
y pone un punto final
donde tú crees que va una coma;
hablo de una entidad protectora,
pero extremadamente sutil,
cabe por los resquicios
de tus quejas,
por la grieta del invierno
que cae en tu pecho,
cabe por donde caben los dolores
y los horrores.
La masa no espera demasiado,
viaja rauda por esta galaxia
y las que no salen en los diarios;
vive en el cielo
y en tus infiernos,
se multiplica por cien
para estar aquí y allá
al mismo tiempo;
a veces se salta las reglas,
no deja nada por escrito,
no se convierte en paloma
ni embaraza vírgenes,
la masa es mucho más que un simple nombre
es más que cuatro letras tristes;
la puedes culpar,
no estuvo en Aleppo,
Hiroshima,
las torres gemelas,
Vietnam,
Mitú,
Madrid un once de marzo,
pero la masa está para estar
no para impedirte nada.
Hablo de un ser capaz de hacer lo que sea
pero que no hace nada,
al fin y al cabo
el universo es suyo
pero la tierra
y los intentos por destruirla
son nuestros.