CXXXVII

Mi problema es que no me gusta pasar dos veces por el mismo camino
con pasos destartalados voy dejando una senda que me da miedo regresar a ver
miedo a descubrir que andaba en círculos,
miedo a saber que ni siquiera estaba andando
que me pasé las vacaciones mirando el reloj
y que cuando alcé a ver ya todo estaba oscuro y terminado.
Y estos males no se pueden curar con palabrerías
con gestos mal entendidos o con anécdotas de una ideal niñez,
esto se cura saliendo a correr todos los días hasta
que no te preguntas por qué.
Mi problema es que no puedo dejar de preguntar
por qué escribo
por qué no escribo
por qué quiero tener sexo contigo
por qué no quiero tener sexo contigo
a las dos caras de la moneda encuentro el mismo inalcanzable fonema
que no me deja ver el color de la hierba en la primera mañana de marzo.
Mi modo de operar consiste en soltar mis palabras en el aire
y pretender que en la página han caído en ciudades aparentemente calculadas
de personas que no se molestan en levantarse de la cama
para salir a trabajar todos los días.
Me falta organización,
para mí escribir se ha vuelto una excusa para pretender que soy libre,
ahora escribo y escribo hasta mas no poder con total desorden
adorando a los que lograron construir disciplina alrededor de sus oraciones,
y a la vez sintiéndome inferior a todos ellos,
culpando a mi falta de tiempo el hecho de que nunca podré ser tan grande como ellos,
pero por qué querría ser tan grande cómo ellos?
me debería limitar a engrandecer mi vida de acuerdo a mi propio camino
sin importarme lo grande que sea la vergüenza que me quieran imponer
los idiotas que leen libros desde el final.