CXXVII

poema de Iset

Todas las noches después de la cena
me encierro en el cuarto que queda
al final del pasillo del segundo piso
para fingir que algún día mis palabras
despertarán en un desconocido
esa imaginación oculta
que se descompone en una sonrisa.

Me oculto entre nombres extraños
por miedo a que descubras
mi falta de talento y que me digas
que ya no me quedan años
suficientes para aprender
el rigor de las técnicas
necesarias para proferir belleza.

Y si por alguna casualidad
me dijeras que te han gustado
mis palabras, me condenarías
a pasar el resto de mis días
analizando como repetir
ese accidente sin lógica
que calificaste de poema.

Cómo quisiera poder decir que no
me interesa lo que me digan
que no estoy aquí para seguir
la buena voluntad de nadie más
que la mía, pero no puedo.
Sigo disfrutando con ansiedad
la crítica ajena
y trato de usar palabras
más bruscas para que los mudos
me respondan.

Esto que empezó como un escape
al horror de morir en silencio
se ha convertido en el poder
de forjarme con mis manos.
Por eso mejor no te digo quien soy
y así me doy la libertad
de usar el ámbar y la arena
para construirme en tu memoria.

Comentarios & Opiniones

JRaul

!Muy bueno! Un abrazo.

Critica: 

Comenta & Vota