belleza (...y almas y cuerpos)

Nuestros cuerpo se presentan como bellísimos obstáculos para encontrarnos los unos a los otros. Hermosos rostros, de delicadas composiciones. Rasgos trazados por suaves sombras. Todo eso se dibuja frente a mis ojos.

Extraer porciones del día, robar rostros, cuerpos y voces.
Guardarlos en la memoria, y volver a ellos, a aquellos recuerdos cuando busco la belleza, un consuelo o alegría; un recordatorio de la vida. Al mismo tiempo, tan alejado de todo lo que conocemos. Escape. En ese momento, la realidad adopta otros planos.
Me resultaría imposible posar tus ojos sobre mi corazón, para que entendieras el estremecimiento de la belleza, más allá de todo lo que alguna vez hayas conocido. Ese es mi pesar.
Nuestros cuerpos separan lo que somos. Qué maravillosos son nuestros nombres, nuestros rostros, nuestras voces. Separados, aislados de los otros, encerrados en nuestra soledad.
Habría creído que aquella distancia que nos separa es un camino oscuro y taciturno, no me habría dado cuenta, que es lo que nos obliga a unirnos, a conocernos. Es lo que nos hace quiénes somos.