POEMA DEL ACTO FINAL (LA DESPEDIDA)

Si la música tiene memoria no olvidará nunca tu nombre.
Siempre guardabas entre tus provisiones
las heridas necesarias para vivir la vida a medias,
sentías que el mundo te pasaba de largo
llevando puesta la nostalgia y el amor en los mismos ojos,
la verdad eras un desastre distraída totalmente
y eso me encantaba.

Y aunque a veces lloramos juntos como llora un violín abandonado,
como lloran dos que al abrazarse sienten frió,
no tenemos motivos para no ser felices.

Tratamos de moldear al destino pintando estrellas
en nuestras huellas
y se nos olvidó que ya estaba todo trazado en ellas,
que tus besos eran míos antes de tener tu boca,
que mis brazos no encajaban en otra espalda
que no fuese la tuya.

Pero nos llegó el invierno y decidiste tomar
un vuelo diferente,
y yo quede varado en la estación del tren platicando
conmigo mismo del reflejo de tu cuerpo.
Quedamos en la incógnita de terminar el verso
más lindo de todos.

Y es que a veces me pregunto
¿si ahora bailarás con alguien más?
y ese alguien te pondrá en tu frente con un beso
todo lo que nunca hice bien.
También me pregunto sí aún te da por tomar
crema irlandesa en las noches
o picarte la nariz cuanto estas nerviosa.

Mira, no quiero que esto suene a despedida
aunque ya sé que tú te despediste de mi
desde hace tiempo.

Me basta verte feliz y lo eres, lo sé.

Este poema está incompleto
y aunque seguiré llenando la vida
de notas comunes, de besos sin pausa,
de noches que lleven tu nombre.
¡Recuerda!
No tenemos motivos para no ser felices.
Tu vuelva, tu vuela
y que te vaya bien.

AUTOR: ALÁN IRIBE (MÉXICO)