Reflejo de marcha

La obsesión que corroe
templa al corazón ebrio
que palpita de agonía,
albor sibilino
yo tengo la parte escondida
refractada e inmolada
para verter el amor estridente
sobre celestiales alas aureadas
de sangrante batir hipnotizante,
obsequiando relámpagos al alma incausta
e infaustosos rencores ladinos;
Oh silfo acrobático
tu que brillas en la noche
perfilado en perfecta posición
juegas con el dosel enterrado
de la dorada moldura del sereno lecho
donde descansa un indolente infante,
soñando con el inconmensurable amor de su madre
que vigila silenciosa desde el otro lado de la puerta
la escena más vulnerable del día que se va
moldeada con la embozada luz sublunar