Mujeres piadosas

Mujeres piadosas
de eterno semblante
llevan consigo caricias y confesiones
en un noble asir de compasiones,
tan fecundo sentimiento
anhela los glamurosos flancos débiles
así como de la estranguladora lujuria reprimida
así como de la ciega devoción fatigada,
el amor desinteresado
el pecado condenado
el miedo como confesión
se cuelan en los silentes labios dóciles
que han participado en más de una ocasión,
tantas veces escupió hacia el cielo la sórdida culpa
como el niño que reniega de la mentira
como el anciano que reniega de la vida
como el suicida que reniega de la muerte
como el enamorado que reniega del amante
como la historia que reniega de su pasado
como el rico que reniega del hambre
como la virgen que reniega del pecado,
mujeres piadosas
de exóticas miradas
vestidas de suaves telas traídas del Oriente y del Occidente
decoradas y perfumadas con incienso y mirra
para recibir como un oasis al extenuado soberano
entre lágrimas que destilan por el lívido rostro
de la benévola aurora materna,
han callado más de lo adecuado
en un noble asir de compasiones
llevan consigo caricias y confesiones
de un sangrante costado herido
opacado con delicadas caricias acompasadas,
el dolor ajusticiado de pertenecerte
por sobre el engaño del amor descubierto;
mañana ya no estaré aquí
me habré ido en una benévola aurora materna,
entonces dispuesto...
¿sabré amarte?, ¡oh piadosa!.