La dualidad del cuerpo y el alma

Ella sujeta mi mano con decisión
y me pasea desinhibida por la divina comedia
para degustar los momentos virtuosos
del escenario embriagado de vicios rencorosos,
algo para expiar el tímido desenfreno consumido
algo para tocar el cielo por 1 hora en aforismos
donde no puedo evitar caer de nuevo
para mitigar levemente aquel oprobio lacerante
entremezclado con la iónica sinergia levitada
que evita tomar el zafio bullicio
de la tozuda gradería amansada;
soy un ser anacrónico, un joven convencido que vive como viejo,
un ermitaño sedentario de dudas existenciales
que comulga desesperado entre momentos hibridados,
cada noche soy un ser obsoleto
cada noche soy un melancólico ser reprimido
que prescinde solitario desde el sudor violento
para pugnar y sobrevivir un día mas
al lado tuyo, solo a tu lado y lo sabes, aunque no lo diga,
ese soluto cariz embelesado por tu presencia
nos hace renunciar a tener que perdonar nuestra humanidad
nos hace desear y perdurar en la cama un tiempo mas
solo para poder mitigar el dolor insoportable de esas caras,
una natural reacción que nos da una intensa satisfacción
entre el cielo y el infierno
la dualidad entre el cuerpo y el alma
reclama nuestra timidez desde lo más profundo de nuestra intimidad,
un caos lucido
"Muss es sein?", "Es muss sein!"