El viejo y el perro

Viejo,
te he visto caminando despacio
acompañado de tu perro como lazarillo
día tras día por las mismas avenidas elegidas
para recoger a tientas
las sedientas faltas de una paciencia y nostalgia balsámica,
viéndote casi sin el mínimo apuro
como si buscaras ese lugar perdido
del que alguna vez formaste parte
llevando el mismo recorrido de ayer
con la misma ropa y con la misma postura frente a todo el mundo

Fiel compañero
noble caminante
pícaro deslenguado
siempre hablas por mí,
sobre todo, en los momentos más difíciles,
eres el amigo pródigo que va tras mis pasos acompasados
siempre a la derecha del flanco más vulnerable
comulgando el mismo capricho recitado
como un fiel niño que busca algo de verdad
asperjando el perdón de su amo meditabundo
por bulevares que presenciaron callados
algo más que una visceral búsqueda cotidiana

La reflexión se sienta silenciosa al lado
esperando que el día se queme junto contigo
mientras el diablo le ríe al pavimento
("estás en tu sagrado derecho")
para seguir con el juego del tráfico hereje
y su orlada orquesta pavorosa
estresada hasta la medula más fina,
¿hasta cuándo seguirá tu pérfida fama?
("si estoy en mi sano juicio")
me burlo constantemente de tu lujuria insatisfecha
desde el mismo cómplice asiento maestro
que guardó secretos y confesiones
reticuladas en el embate furtivo de la ciudad;
("Yo aún te recuerdo amada mía,
¿tú lo haces por mí?")