El fuego interior

Una visión determinada
se alberga en el alma portentosa;
cuerpo imperante
osado y sublime en la quietud ungida,
desafiando toda autoridad impuesta,
ignorando las arcaicas voces de la advertencia
en un compendio vociferante,
sorteando pasajes infernales
para tomar de la mano al destino
y beber de un incipiente dolor residente
por una futura abnegación

Inmortalizado en un rústico altar,
puesto como un candelero subyugado,
"alimento para los dioses"
moldeando al descarriado encadenado,
dejándolo abandonado a su suerte
en las cimas apartadas del Cáucaso
donde aúlla el raudo vendaval;
"una demostración vulgar de poder"
sobre las tundras congeladas del Este
gritan los vestigios de una incontrolable naturaleza,
ecos inhabilitados de ser escuchados
nunca, nunca han renunciado,
para llegar así hasta las alturas
de un celoso espectador indiferente

Aunque es atormentado por escarmientos férreos,
no hay miedo, no hay miedo en la elección,
destinado a iluminar la penumbra
que habita en la conciencia,
mientras las tensas extremidades
se retuercen con tal fervor
por divinos calambres ardientes,
en la danza del sacrificio
donde se sostiene la voluntad rebelde

Asediador alado,
rapiña carroñera,
¡maldigo tu eficacia,
todos los malditos días de mi vida!,
tú, gloriosa emplumada,
absurdo famélico guloso
de etérea morada,
acechas desde cielos imponentes
atravesando como un puñal la víscera dorada
mientras destila la sangre del heroico tormento;
¡oh muerte, consuelo de toda alma mortal,
no me hagas ceder ante éste saudade flagelo!,
¡no hasta haber cumplido con mi cometido!

Aberrante condena cíclica
en el sopor insondable,
día tras día
en el clímax más alto de todo umbral,
día tras día
los cansados ojos dorados
aún lucen majestuosos,
a pesar de que se cubren de abnegada soledad;
levántate y rompe las cadenas de la opresión,
para engendrar y perpetuar la nueva providencia

Glorioso artífice de la luz,
el día luminoso ha llegado
junto con tus ojos silenciados
se recobrará el aliento robado;
mientras exista la llama de toda concepción
siempre despertará el fuego interior,
¡por favor libérate, libérate del sueño opresor!
¡sálvanos, sálvanos Oh Prometeo
padre de la humanidad!,
mártir hibridado, nonato temerario,
nacerás para comer del fuego prohibido
sobrepasando el delirio y la perdición
para inmolarte de sabiduría redentora;
detrás de toda oscuridad
brilla la luz, brilla la luz,
¡arde el fuego sagrado por siempre!