El deambular de medianoche

poema de nacho

Señora noctámbula,
luces apasionada
con velos teñidos de sombríos recuerdos,
haciendo sangrar de deseo
a viejos ilusos perpetuos,
quienes buscan el ruboroso cobijo
en tus esquivos flancos trasnochados

Ella se esconde en el delirante candor
de una intransigente belleza inefable,
usurpando incautas figuras removidas
que desaparecen a escondidas,
deliberando con las luces apagadas
en el abolido tugurio mezquino

En aquel estallido de duplicidad,
un encuentro hipnótico y furtivo es consumado,
en un remolino prohibido y culpable
escondido en la adoración intocable
del efímero espíritu noctívago

Deambulando silencioso por callejones húmedos,
mientras destilan procelosos pasos agitados
a través de charcos que deslumbran
el frío y la plata del riesgo finisecular
de incógnitos amantes,
entregados a la vehemente pasión latente,
eclipsando el bullicio del gentío bohemio
que se articula en vuestras salas
de interminables jaranas tártaras

Soy aquel nuncio,
obnubilando las entradas ocultas
que formarán parte de tu aliento robado;
soy aquel Abadón ecléctico,
que profiere con vigor desde el Sheol
mistificando lo divino y lo humano
de transeúntes ánimas bordadas;
soy aquel personaje vicentino,
profuso e inmerso en molicies deseos
donde miente nuestro amor escondrijo

Yaciendo frágil en el fantasmal recorrido
por calles ingentes sin nombre,
puedo velarte silente como un voyeur,
mientras duermes plácidamente abstraída
en la sacrilegiosa noche azabache
atrapada en el letargo de los encantados brazos de Morfeo;
un ritual recurrente
que nos hará omniscientes
en el trance envolvente
del deambular de medianoche