Escondido

Cartas en el suelo y un pedacito de mi cautivo entre la puerta y la calle. Tanto traste por limpiar que mi sueño de hace 7 noches colapsó por un lucido frenesí de emociones sin tregua a gritar en el momento, me tuve que esconder, la luz se quedó prendida. Todo ritmo frena si el corazón tropieza con el desencanto. Te hice anhelo de mi mayor suerte, eterna señora en mi altar más alto, pero arriesgaste devolverme el golpe que no te di y perder el color de tus sinceras palabras. El callado momento en cada tarde de almuerzo me iba acercando a la muerte, al despido. Justo ahora voy descalzo entre avenidas llenas de cartas mojadas, de lluvia de lágrimas con las que rellenar mi vacío, la humedad me calo a los huesos. Hombres infelices de aceptar que la fidelidad se elevó a un eterno valor, por su eterna ausencia.