A eso que llamamos miedo

Quien no le tiene miedo al miedo, quien no se paraliza ante el primer asomo del pánico, las manos húmedas, la sensación de un vació paralizante que dura una escasa eterna fracción de tiempo, suficiente como para desmantelarnos de por vida.
Si supiéramos que las situaciones a las que nos acarrea el amor mal curado nos llevarían a eso, ninguno elegiría enamorarse, porque todos sabemos que el amor duele, pero sin embargo así todo pecamos eligiéndolo, intentarlo sentirlo una y otra vez, acumulando fracasos que lejos están en transformarse en risas.
Por que vivimos de lo que tuvimos y no nos podemos desprender, porque tenemos miedo de quedar solos, porque el solo hecho de que nos dejen nos destabiliza, Respuestas, nadie tiene respuestas. Lo único que sabemos es que nuestro amor duele, nuestros sentimientos se hieren y no hay consolación mas que la que da el tiempo. Pero ese tiempo tiene el poder del anacronismo, de no medirse en horas sino en aprendizajes y es allí cuando se despierta de su cuna el miedo, el miedo a no poder olvidar, el miedo a que no nos vuelva nunca más a pasar, sin recordar que quizás es la enésima vez que nos pasa.
La sonrisa se desdibuja, las ojeras se acrecientan, las miradas se pierden, las manos sudan y ya es demasiado tarde como para recordar, que del amor, solo nos queda el miedo.