Dejar partir

Estamos preparados para encontrarnos
pero nunca para entender la desolación de las despedidas

Ese momento, ese lugar donde nos quedamos sin abrazos, sin besos, solos
tristes del lado incorrecto de la puerta.

Lloramos buscando consuelo y apelamos a un tiempo que se alarga como un elástico,
y ahi nos vemos en el espejo de la vida, ojerosos, cansados, abatidos

Lloramos para desahogarnos y lloramos porque no queremos llorar mas,
pero es que nos invaden los recuerdos, y las viejas risas.

Nos dicen que el tiempo cura las heridas, pero quien nos cura del tiempo
Del tiempo que invertimos, del tiempo que nos costo enamorarnos.
Nos dicen que nos tenemos que quedar con los buenos momentos, pero como se hace para seguir con el recuerdo de algo que ya no existe.

Nos encontramos solos en una muchedumbre que no nos entiende, nos sentimos con ganas de gritar
pero no nos sale la voz. Nos ponemos de rodilla al ángel de la resurrección, pidiendo que con una barita mágica nos devuelva eso que nos quitaron.

Nos tratan de egoístas, por querer volver a, intenarlo
el miedo a la perdida se instaura y lo que era una sospecha pasa a a ser una certeza.

Estamos solos, tristes, resignados a dar por perdida la batalla que libramos contra nosotros mismos, porque en esa guerra no hay un bando enemigo.

Ese bando, para ese entonces estará lejos, quizás llorando, quizás riendo.

El amor tiene eso, nos une, nos glorifica, pero se cobra con sangre el precio de sus servicios.
Asi todo nos enamoramos, y nos volvemos a enamorar.

Nadie tiene la respuesta a eso, quizas de eso se trata vivir,
aprender a DEJAR PARTIR.