Soberbios monumentos

Se difunden sobre los montes;
anudada tibieza del ardiente arcano,
cual suave movimiento de un vals.

Se ensalzan los mares
al origen tenaz de rubor carmesí;
argolla y pieza en sangre.

Se dobla la luz, celeste claridad;
donde la revelación del ángel
cultiva el brazo transformado en ala.

Se vuelve al origen;
peligrosa bondad que reconforta
cual redes de plata, cobijada de tul;
en cada nota, entre acordes soberanos.

Apologías al levantar de las columnas,
de invisibles cuerdas…
¡Dulce beso de mirada!
ritual cual caricia,
latido a la melancolía del poeta;
que se filtra a la ventana
en estimulante inquietud, disipada.

Gabriela Ponce LS