Historia de un triste amor

Desde que te conocí
y supe tu situación,
quise ayudarte a salir.
Salir de ese agujero
en el cual estancada estás
y huir no logras,
pues la ayuda que se te da
no la tomas.

Pasaban los meses
y al ver la Luna me acordé de ti.
Cada noche era lo mismo,
ver tu rostro reflejado en la luna
con cabellera estrellada,
pupilas radiantes, como luz de Luna.

Mientras más compartíamos,
más humano me volvía.
Desarrollé sentimientos
y cosas que no conocía,
cosas que son un ramé
ante la luz del alba.

Nos volvemos cercanos
y hablamos seguido,
nos damos apoyo
y somos felices.
Pero, lo bueno
no dura lo suficiente a veces.
Fue una ruptura temporal,
nos dejamos ser
ambos a la vez.

Volvemos a vernos,
el reencuentro por parte del destino.
Ven y sígueme al final del camino,
te dije con una mirada.
Me devolviste una negación,
estabas atada a alguien más.

Se acaba la relación con ese sujeto,
te ayudo como en los viejos tiempos,
trato de sacarte del agujero nuevamente,
pero esta vez,
noté algo...
Logré notar que siempre pudiste salir sola.

Entonces te acompaño,
dije en esta ocasión,
me respondiste de manera diferente:
no te obligo a estar aquí, a pesar de los malos ratos,
no te pido nada más, sólo no me dejes ir.

Y así fue,
la seguí,
la acompañé.
Y al final de todo,
llegamos hasta el túnel
tomados del lazo que nos une,
es un sólo un gran final
para los que no creen poder amar.