El Otoño del Tiuque

Era otoño y las hojas trémulas
No resistían la eterna verticalidad armónica del árbol.

Las hojas caían, algunas volaban
Pero la mayoría anhelaba la humedad
- el gran resplandor -
Que el ciclo inmutable ofrecía.

El tiuque, agudizaba todos sus sentidos
Estremecía sus garras con ansiedad
- oportunista siempre -
Exploraba lo enmohecido de las cunetas

‘’Tiuque o Chimango, llámenme como quieran’’
Orgulloso frecuentaba proclamarse a sí mismo
Sus alas gozaban de vitalidad
Y emergía en solitario, el terco brillo de su mirada.

Era otoño y el Tiuque lo sabía
Pues las hojas no eran las únicas
Que hacían espectáculos en el aire.

Prontamente subía una carretera inmensa
El minúsculo corazón a 100 por minuto
La determinación en cada pluma
El descuartizante deseo carroñero.

Hemisferio sur: - El viento aquí es distinto –

‘’Esperanza’’ escrito en plumón en cada avenida
Es un triste aroma a esperanza perdida
¿Por qué insistirán tanto en ese nombre?
Esperanza tripas de paloma.

Qué lugar tan aislado es este
Con espejos febriles en cada pellizco de acera
Esta villa atlántica que hermoso paisaje tiene
- Percibo, me ladra un quiltro. -

Observación: Hojalata adornada en óxido
Solo silvestres comunes
No tan escondidos, no tan coloridos.

¿Nidos de caucho en los tejados?
Zapatos empapados de historias
Colgados en unos cablecillos
En cordones Reebok.

El carroñero lo sabía
La pestilencia del olvido prolongado
Se lo advertía.

A pesar de no encontrar
El despojo físico
Era otoño y el Tiuque lo sabía
Las Palomas no son las únicas que mueren
Las Hojas no son las únicas que caen.

- Franzliche. Chile, 2017.
12/12/2017

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