UN Te Amo no Bastará Si Llego a Tardar

Este yo será tu única camisa de fuerza,
las máscaras que pretendan sujetarte a esta cavidad
sin fondo sólo podrán rezar recortando
tu imagen y pegarla a esa calle inesperada
en que te ves vendiendo tu cuerpo
al último espíritu por abrir, tenedor sin trinchar
que mejor sería más útil enhebrando las agujas
del ocio embrutecedor.
Nada de mirar
por el cerrojo de otro cuerpo
el propio agobio del tuyo, ya hablamos
de los riesgos. Mañana el rojo cuervo de una mezquina
reconciliación te enseñará otro Padre Nuestro,
que hable de un padre capullo transparente
prendido en el baño de las casas,
con el cual conversen las polillas y las luciérnagas
y los países al otro lado del cloroformo.
Mediante un te amo
todo el faltar tu cuerpo se diluye en pieza viciada
por el olor de ampolletas eléctricas que se rompen
al solo contacto de nuestra precaria respiración.
Pero dime, aún no cantas
arriba de los nogales de tu juventud el encarnecimiento
de la vejez repartiendo sus medallas de llanto reprimido,
y sigues, entonces, demostrando el despeñadero
contenido en una sonrisa de bronce equino y heroico
por encima, en la plaza de armas, vigilante,
tozuda, como si se tratase de un teorema tramposo,
al turista.