El chico que no contestaba mis llamadas

Este espacio es el único canal que te queda para llegar a mi.
Me pregunto si acaso aún me lees, como cuando me veías triste y decidías venir aquí, porque a veces sólo escribiendo, lograbas entender mis sentimientos.
Entonces te escribo hoy, por última vez.
En serio me dolió haber creído que esta vez querías verme, hablar, después de casi dos años de silencio, de nunca hablar en persona de lo que ocurrió aquella navidad.
Solo podía pensar: “Si viene, aunque sea tarde, en verdad me amó”.
Pero no llegaste, mi amor. Otra vez, cuando ya no me quedan sentimientos por ti. Otra vez amedrentaste mi orgullo.
No pude hacer más que huir, que eliminarte de todo, porque me dio pánico que tu silencio me recordara aquellos días en que me dejaste sola de la noche a la mañana, sin ninguna explicación, solo por cobardía. Mientras lloraba hasta quedarme dormida, llamándote de forma obsesiva. Sin respuesta, la nada absoluta.
Pero dejarte no significa mucha diferencia, ya había asumido tu pérdida. Solo me carcome la conciencia el pensar en cómo estarás. Te dejé mientras estabas triste y aunque tú me hayas hecho lo mismo, aunque me hayas destruido hasta el alma, hacerte lo mismo no me hace sentir mejor.
Yo tengo todo. Tengo con quien hablar de mis problemas, a mi familia entera preocupada por mi, tengo el ballet que me hace vibrar más que cualquier otra cosa.
Mientras que tú eres desconfiado, no te abres con nadie, ¿Con quién hablarás de tus problemas? Si ni a tu mamá le contestabas el teléfono. ¿Cómo alguna vez creí que me contestarías a mi?
Dime, chico, ¿será que alguna vez serás feliz sin mi?