Volverla a ver.

Hace apenas unos meses; tres para ser exactos, más siete días, más las horas que van pasando; la amé. Si, a veces se obsesiona uno con los detalles insignificantes y los adorna con cosas miserablemente románticas, cursis, sin importancia para otros, vanas. Los sube a
tales niveles que, uno mismo se engaña y lo que es peor, se convierte en una forma de vida, se vuelve vicio. Mi alma necesita esa dosis diaria de sus besos, caminar con usted, echar el ancla para quedarme quieto, volver sobre las pisadas que va dejando en mi cuerpo. Hace más de doce semanas que ocupa mi mente y yo; tan contento. Que mal cuando pasan las cosas insignificantes, como el tiempo, la vida y las personas y, usted no se halla por ninguna parte, y la busco a tientas, y respiro profundo buscando en el aire las notas de su cuerpo, que mal que existan términos tan importantes y que todos le vengan chicos, a ésta necesidad de verla, de tomar su mano y traerla a mi, de abrazarla por la espalda y saber que el tiempo pasa y, vuela y las horas se vuelvan nada. Que mal despedirme de usted por las mañanas, que mal dejar que se vaya; hermosa mujer de pelo corto, de sonrisas francas, de corazón roto, de hermosos ojos color café, que mal que se vaya usted y yo, me quede acompañado de sus recuerdos, esperando, a la expectativa de volverla a ver para besar su alma, quizá tal vez de que tenga ganas.
*Volverla a ver...
Extracto de "Amor de un viejo"
Ciudad de México, 10/09/2021
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Adrián.