FOUCAULT, 1966
poema de LUCIANO CAVIDO

Atado estoy a este lenguaje mío.
Mediante mí, (para que yo lo escuche)
Me piensa. Soy su insustancial estuche.
Él es lo que me habita. Ese gentío,
Que dice y dice y nunca contrarío.
Porque no hay nadie en mí que lo desmienta.
Mi voz es para él, esa herramienta,
por donde encauza su palabrerío.
Cuando llegué, él ya estaba. ¡Obedece!
Me gritan sus palabras. Pues no hablo.
Él ha de hablar, yo solo soy su muerto.
Soy ese mar de arena, ese desierto,
de sílabas, silencios y vocablos,
que cual fantasmas, no me pertenecen.
Comentarios & Opiniones
Bella reflexión existencial hilada a través de un bello verso. Saludos.