No soy Descartes, pero pienso

Malhumorado empiezo de cualquier vía
Sabiendo que la depresión puede ser arte,
trayendo una superstición capaz de callarme,
tal rumbo dado es cruento por esa manía
de la humanidad, hablar mal de la humanidad,
así lo familiar toma otro significado,
el fin es lo tradicional; es su sombra engaño,
ver la naturalidad del bien en individual.

Todavía visito los lugares que detesto,
explicaré la absurdez de mi acto en otro momento.
Gozaría si insisto en no nublarles el cemento...
Renunciaré a la absolutez, de mil fallos siento:
Hipocresía teñida de moda sin lógica.
Misantropía vestida de tecnología crónica.
Filantropía vendida incorpora la música
Y todo crecía en vida de filosofía sórdida.

No haré frases para sonar consciente,
motivos tendré de razonar fugazmente,
lograré fases de raro adoptar, siempre
dormido vendré a la ciudad pa' no verme.
Hasta que me despierte la interacción,
avisarle a la soledad que se quede en su habitación,
basta lo que me cierne en nuestra visión,
mi parte es malestar, lo demás, es rehacer misión.

Un día yo veía a la poesía que llovía verdad,
después de clausurar las gotas cayéndose,
como las hojas de un árbol, pútrido y caído,
comenzó con mentiras a pedir hartas esperanzas.
Le colocan un mármol en un público raído,
donde ya entró esa ira a medir falsas aventuranzas,
fue un vaivén su juglar de notas rompiéndose,
moría la poesía y extrañaríamos protagonizar,
problemas, deberes, soluciones por montones.
Fronteras, los bordes y sus iones son motores.
Tonteras, menester de fieles a creaciones,
congregan muchos seres que recorren los orbes.

Acostumbrándose a la desigualdad fatal,
o agrupándose frente a la catástrofe global.
No sé, ¡yo iré ocupándome de mi ser ahora ya!,
porque ir asustándose de que esto empeorará:
nada mejorará.