LUNA ETERNA TESTIGO

LUNA, ETERNA TESTIGO
En una noche de noviembre, bajo la luna en su máximo esplendor,
En un balcón dispuesto para dos, ¡ahí estaba el¡, ahí estaba yo,
Unas cuantas tazas de café y una conversación cual libro de nuestra existencia,
Sus ojos negros hipnotizantes fijamente me veían,
Con mirada penetrante que mi alma sacudían.

Entre risas, carcajadas y con mi cuerpo sudando
No era miedo, ni frio y aun así estaba temblando
El olor de su perfume despertaba los sentidos
Y mi corazón se aceleraba, eran melodía mis latidos

Ahí estaba la luna, como paisaje de ensueño
Empujando a dos almas una sola, otra con dueño
A un montón de locuras, en las que dé a pocos me pierdo
Unas que saben a gloria, otras que saben a infierno
Sus labios se juntaron, como fruto de azar
Entre las mieles más dulce que jamás pude probar
Que le inyectaron dulzura a mi triste sufrir
Concluyendo que en esa boca he muerto y vuelto a vivir.

Sus manos me acarician y mi piel eriza
Y me seduce de a pocos su particular sonrisa
Esa luna coqueta, la testigo de esa noche
De que mi alma sedienta no hizo ningún reproche.
Con el pasar de las horas desee burlar lo eterno
Del destino de dos almas condenadas al destierro.

Aunque el tiempo pase a prisa y de mi lado te vayas
Y mi corazón se ahogue del amor que por ti calla
Cuando mires hacia el cielo, y veas la luna brillante
Cierra los ojos e imagina a esta tu fiel amante
Que bajo la luz de la luna sin que sepas se ha fundido
Con tu alma vacía, que en el mundo se ha perdido.
Que a tu boca y tu olor me convirtieron en adicta
Y de tu corazón prisionero hoy por hoy es convicta.

Cuando la distancia te aleje de este corazón que te ama
Sentirás que a través de la luna, esta mujer te habla
Que ansiosa de adorarte, en alianza con la brisa
Buscará enviarte con ella sus caricias
Y cuando nada conciba darnos alivio y consuelo
Porque nos separa la vida, nos une el mismo cielo.

La luna nuestra eterna testigo, de las noches que pasamos
Que escapando del destino aun así nos amamos…