Abandonados

No me da miedo que Dios nos abandone, me da miedo que la gente lo note.
Si Dios nos abandona, lo asombroso seguirá siendo llamado milagro; lo desastroso, voluntad de Dios.
Aunque Dios ya no esté ahí, la gente buscará acercársele y temerá el alejarse.
Aún si Dios no nos escucha, los pecadores seguirán suplicando perdón y los privilegiados le darán las gracias.

Y es que no hace falta que Dios esté o escuche, solo falta que creamos que los hace.
No hace falta un dios para que haya humanidad en el hombre, pero sí hace falta que el hombre tenga algo en que creer.
Si Dios nos abandona no pasa nada, pero si nos damos cuenta, todo cambia.

Si el hombre deja de encontrar a Dios, tendrá que encontrar algo en que creer, que guíe su vida, y me preocupa lo que pueda escoger.
Me preocupa que al no encontrar a Dios, lo asombroso le parezca ordinario y en lo desastroso ya no encuentre la luz.
Me da miedo que en su ausencia, el hombre olvide sus metas y pierda sus temores.
Temo que el pecador ya no pida perdón y el privilegiado ya no este agradecido.

Tal vez Dios ya nos abandono, tal vez jamás estuvo ahí.
Pero eso no importa, lo que importa es creer.

Si el hombre deja de creer en Dios, deberá encontrar algo igual de grande en que creer; algo que inspire amor y compasión; algo… algo como la dignidad humana.
Pero busco a mi alrededor y no la encuentro, así que espero que Dios no nos haya abandonado, porque la gente parece estar obstinada en demostrar que es más fácil creer en Dios, que en la humanidad del hombre.