Un adiós al gentío perecedero.

Las personas se van.
El gentío es tan mortal
Tan finito
Tan inmoral.

Hace dos minutos
Sentía tu delagado abrazo
Y tus besos diminutos
Oía tu risa entre la multitud.
Ahora te extraño.
Pereces como las llamas
Sofocadas por falta de oxígeno.
Huyes entre mis dedos
Como la arena carente de enredos
Como un reloj al revés.
Sí. Pereces.

Extraño el palpar de tu alma
Y tu tan único encanto insípido
Pacífico
Apasionado
Artístico
Frívolo
Descolocado.

Extraño el velo de tu calma
Siempre mentirosa
Que escondía tras cortinas, ansiedad.

La forma de ahogarte en penas, arte y lagrimas de lava,
Esa forma de no saber nadar
Coger mi mano
Ahogándome contigo
Queriendo
Porque me ahogaba en tí
Queriendo.
Y te miraba derrumbarte cuidando tus pedazos
Haciéndolos caer sobre cojines bordados de compasión.
Sintiendo
Porque sentía contigo.

Acariciábamos nuestras heridas
Abrazábamos nuestra naturaleza rota
Mirábamos el horizonte de la vida
Quietas, dolidas, encogidas.

Pasado el tiempo me doy cuenta:
Las personas se van
El gentío no es perenne
Sino puramente finito
Y tú te fuiste
Con un movimiento neblino
Silencioso, confuso, espléndido.

Angulosa y angustiada
Me hallo en los preámbulos de tu partida.
Adiós puedo decir
Adiós mi alma amiga.