La mariposa nocturna

Un dolor,
más fuerte de el que corría por mi cuerpo,
adueñaba las partes
más profundas
de mi alma.
Un dolor,
hierve como veneno de serpiente.
Como la que tienta al desesperado.
Pobre de mí,
víctima de ella.
Como rata de laboratorio me sentí
enjaulado en un laberinto de espejos,
espejos que me recuerdan lo que no soy y lo que nunca seré.
Pobre de mí,
participante de la comedia trágica que es la vida,
esperando a que baje el telón .
Pobre de mí,
recordando memorias que a todos se les parecen haber olvidado.
Memorias que corren por mi mente como la sangre por mis muñecas.
Cascadas,
cascadas que liberan el alma de la tortura perpetua.

Esperando mi reino prometido,
me aquieto cerrando los ojos.
Túneles vacíos que no ven destino.
Ya se acerca,
la promesa de liberación que trae el filo.
Filo frio indiferente ante su víctima.
El cielo arropa de nubes a la piedra solitaria haciéndola desaparecer,
que envidia.
Ya pronto vendrá, muy pronto, pensé.

De repente mi sueño fue interrumpido
Con la agitación del viento por un ruido.
Túneles inhóspitos ven a su fondo una criatura siniestra,
lóbrega como el corazón del diablo.
Ángel de la muerte, recolector de almas, has venido por mí.
Miro a la criatura a sus ojos y veo fuego,
fuego que me espera,
soledad.
Salvo del purgatorio e invitado al infierno.
El anfitrión de la tortura me espera y sonríe.
Arrepentido de lo cometido trato de desviar mi mirada,
pero poco a poco
la mariposa negra se engrandece
hasta cubrir mis túneles
con más
oscuridad
que la previa.