Odio a la impermanencia

Sonreía y a mi yo mas humano,
Se le olvidaban los problemas,
Sus blanquecinos dientes,
Me propiciaban un benigno Alzheimer,
Alguna magia poseía,
Por qué el solo divisar su rostro,
Cerraba heridas al instante.
Su caricia maternal e incisiva,
Daba a mi vida un giro de 360 grados,
Y el café de sus ojos destellantes,
La energía para continuar.
En sus brazos me sentía invencible,
Nada podría conmigo si ella
Estaba a mi lado,secundandome,
Espada y escudo,ambos contra el mundo.
Sabía como derretirme,
Solo un beso y me tenía a sus pies,
Mis emociones le rendían pleitesía,
A su inabarcable y luminosa humanidad.
Su voz la melodía más hermosa
Que mis oídos han escuchado,
Con un "te amo" afectaba mis cimientos,
Hasta hacerme derrumbar sobre su falda.
El tacto de sus manos
Enloquecía mis sentidos,
Enfrentarme a ella a pecho descubierto,
Siempre fue un placer,derrota asegurada,
Pues con nada podría vencerla.

Y hablo de ella en tiempo pasado,
Pues desafortunadamente el destino,
Decidió que era demasiado para este lugar,
Que su luz era necesaria en otros rincones,
Que aquí había cumplido su cometido.

No hay día o noche que no piense en ella,
Que no extrañe su presencia,
Que maldiga al destino por no hacerla eterna,
Pues sin ella a mi lado,he vuelto a ser un niño,
Que no sabe a donde va,o que esperar,
Que muere de pena anhelando divisar,
Aunque sea una vez más,
Su risa sanadora.

En noches como esta la poesía me hace daño,
Al no sentirme capaz de retratarla
Tal y como era
De no poder expresar en mis versos
Lo que significó en mi vida.

Pero de algo estoy seguro,
No dejaré de intentarlo mientras viva.