Cordoba

poema de Edgard

Embalse de Catalamuchita
Anhelaba música sin contaminación, razonar sus acordes y plasmar sus notas en esas puertas vírgenes detrás de estos muros. Mi sangre hervía al pensar en sus verdes montañas, aullaba entre dientes por la libertad de surcar sus estrellas y por ver a las únicas atrevidas que bailan por el espacio sideral. Tragaba mis lágrimas y temblaban mis manos sudorosas soñando con bañarme en su lago de fantasías ilusas y sonrisas de millonarios mediocres.
Embriagarme y dormir para apagar mis sueños ansiosos y despertar cuatro días en las rutas libres. Un caminante del sol, un insignificante discípulo de su sombra y un esclavo voluntario de sus rayos. Al fin podía bailar sin zapatos, extender las alas entre sus montañas y respirar aire nómada que eligió moverse con el agua para mecernos la idea de libertad utópica.
Recuerdos que antes eran ruinas en memorias de ceniza revivieron como las sombras tras el ocaso de luna. Soy alguien y no un títere de trapo, me saludan y yo los saludo, me sonríen sin conocerme y yo sonrío sin entenderlos.
Extrañar es soñar con algo ya vivido, anhelar es soñar lo inexplicable, ahora sé que volveré a extrañar mis anhelos, extrañaré esa magia que esconde aquel pueblo que se traga mis prejuicios y enciende mi bienaventurado corazón que busca la expansión de su pasión.
Me embriague con su laguna para poder perder el equilibrio en su agua mientras flotaba con las nubes. Me drogaron sus estrellas incontables que transformaban la oscuridad en resplandor multiversal, infinitas constelaciones dibujamos con las pupilas fumando el aire de aurora inalcanzable. Me moría porque vivía el sueño despierto mientras el agua nos mecía en una cuna matrimonial de madera, el viento nos cantaba en sintonía con las olas, el universo nos abrigaba y con paz moríamos en vida.
Esclavo de las aventuras, bajo el sol caminé, dibujé caminos imborrables que ahora yacen en memorias intocables por el tiempo y el fuego, pude arder y florecer entre su silencio matutino y su polvo de carretera. Las puertas están abiertas y mis piernas dispuestas caminar entre su naturaleza, así logré escalar entre las piedras de mis defectos para volar más alto que las águilas y entender que solo las envidiamos porque las miramos desde lo bajo. Jamás estuve tan próximo a lograr abrazar el cielo, encariñarme con las montañas, beber agua de laguna, y sentir que pierdo el equilibrio mientras floto con los sentidos muertos y los sentimientos vivos, todo lo contrario al basurero donde ahora me dirijo, prefiero ser un salvaje a estar prolijo.
Debo volver dijo la responsabilidad, tengo que regresar me susurro la monotonía, tienes que irte dijo el tiempo, el ultimo grano de arena cayo, las ruedas me alejan del paraíso que armé en cuatro días de libertad. Pero debo confesar que la amarga angustia duro poco porque la razón apareció, necesito arrastrarme en basura, respirar toxinas y beber veneno para que dicho paraíso exista.
Gracias Embalse, tu acto de magia termino, ya puedes cerrar el telón.

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