Buenas noches

poema de Edgard

Laberintos sin salidas dibujados desde una pizarra en las penumbras de mi mazmorra maloliente y putrefacta. Atormentado por anhelos insaciables e intangibles, hamacándome en soledad rebuscada para desdeñar el peso de esta libertad tan cuadrada y petrificada.
Hace tiempo que había dejado de lado esa habilidad de controlar mis sueños porque nada vagaba por mi inconsciente después del ocaso. Pero hace unos días un fantasma apareció y decidió dormir conmigo para despertar juntos en tierras inhóspitas y fantasiosas.
Ella es real pero solo en mis sueños la tengo, cuando apago las luces mis neuronas son el cincel para trazar su silueta y mis hormonas los colores que la transforman en arte. Tan reales son mis pasiones con ella que recurro a la irrealidad para calmar mi corazón erosionado por los vientos de montaña.
Ya solo me queda imaginarla, como un perfume perfecto que recrea los paraísos por los que alguna vez nuestra alma caminó. Saber que quizás jamás vuelva a naufragar en sus caleidoscopios cadmios y que tal vez nunca vuelva a beber ambrosía aniquila la razón de mi oración, destruye esta hermosa canción en la que solíamos balancearnos abrazados descociendo este mundo tan apretado, desnudando esta ciudad maniatada.
Jamás entenderás cuanto he llegado a amarte porque no hay palabras que describan el arte.
Quizás no en este mundo ni en esta vida, es por eso que ahora apago las luces para ir a soñarte.

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