muriendo por Muriel

poema de mendigo

Y de repente ya no tienes costumbres de cabeza
sino frágil cordura con sueños de luna y rareza,
y es que ya no soy el galante misceláneo de tu boca
sino, el soldadito de plomo
que tu fantasía utiliza para disparar en la roca
y en los lucidos momentos que descomponen mi corazón,
mientras tu protagonismo se ata, después de todo; el faldón.
Recuerda que las glorias no son siempre glorias,
cuando solo en papel se escriben las historias
y no se escriben en el éxodo de tu piel,
cuando las historias, a pesar: son de tí; Muriel…
Recuerda entonces, que por tantas vueltas,
el estómago no solo hace mariposas
sino que se van destruyendo las baldosas
por cuestión de tus maldades,
que a razón de nuestras edades
están mostrando mil debilidades,
es que ya nos están quedando gordas las siluetas,
a pesar que nuestros cuerpos de contacto pasen dietas.
Recuerda que en esto del amor no hay modas
sino el mismo delirio con cada una de sus gotas…
pero tu cuerpo en nuestra cama ya no adormece las dudas
pues no se pegan a las sabanas tus pestañas casi puras
y entre los dos ya no hay detalles ni lunas.
Recuerda entonces que se sufre más en la ventana
mirando el anteayer, con el tirante suelto de tu brassier,
recuérdalo y recuérdalo otra vez,
es que estoy seguro que los aires de tu grandeza
impiden por ahora que con la realidad te des de bruces
pues tus ojos ya no despiertan alegres luces,
ni tus aires revueltos ya no son de mi nariz
pues parece que estas cortando todo de raíz
y se me está poniendo la piel de azul,
cuando pones tu calor en el baúl…
y es que de repente te estás volviendo la de costumbres paganas
cuando yo aquí muriendo, Muriel de tus románticas ganas.