efímero XV

Siempre
he odiado el silencio.
Supongo que es
por estar acostumbrada
al ruido de los cañonazos encontrándome
estuviera donde estuviese.
Siempre lo he odiado
porque me forzaba a él,
me escondía de la guerra...
pero últimamente
me he dado cuenta:
que no necesito gritar
para que se me escuche,
no tengo que pedir ayuda
porque ya no necesito ser salvada,
que ya no estoy en peligro,
que hace tiempo que terminó la batalla.
Estaba paralizada,
confundía el silencio
con el pitido que habían provocado
las bombas de recuerdos pero...
el pasado,
por mucho que vaya
a perseguirme,
jamás podrá alcanzarme.
Ya he pasado página, he seguido adelante,
he saltado al futuro
en un barco salvavidas
que más que la vida
me ha salvado el corazón.
Siempre he odiado el silencio...
pero supongo que también significa
paz
tregua
sanación...
El silencio no significa
no tener nada que decir
u ofrecer.
Significa la dulce
y trágica espera
que posee el anciano cansado de vivir pero satisfecho,
que abraza la serenidad
que le ofrece la muerte.
La de los pájaros asomándose
cuando la tormenta cesa,
preparados para volver
a alzar el vuelo de nuevo.
La de los trágicoamantes
amándose desde lejos
sabiendo que volverán
a abrazarse algún día.
El silencio aterroriza
porque significa cambio.
Solía hablar de "silencio inútil",
pero el silencio es lo que reina
cuando uno se emociona,
que por lo que merece la pena estar vivo
es lo que te deja sin habla.
Cuando se acaban las palabras
empieza la magia.
Supongo que por eso
el amor da tanto miedo,
porque no puede ser definido
con palabras o ningún sonido,
es... SILENCIO.
Y no da miedo
porque traiga guerra,
da miedo porque es incomprensible
y da miedo todo
lo que no podemos
entender o describir.
Sin embargo,
es exactamente por eso
por lo que nos arriesgamos a
sentirlo y a sufrirlo.
Porque el silencio del amante
siempre será
la más absoluta verdad
que jamás podrá
ser descrita en voz alta.