Spiaggia

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Quizás bajo la alfombra de un mar
recupere la ilusoria sonrisa
y un efervescente humor
entre olas faltas de prisa.

¡Oh, luna, de cuerpo venusto
y oropelado de flexuras,
de suaves ondas lumínicas!

Quizás será tu piel
-piélago dado el caso-
a través del humor vítreo
y a merced de la sensación...

Pero siento en la arena ahora:
un sendero de decoro,
una hendedura tortuosa
sugiriendo juguetona
el deslizar de tus formas.

Paseando la vista por el perímetro;
la vista, esa mascota sensorial
que paseamos por impulso o antojo...

Y capto así un diáfano presente:
Perpetro un elucubrar difuso
mas racional.

Se accionan las palancas
en tu cuerpo,
ascuas en el cenicero mental.

Se retuerce en tu espalda
una serpiente
oculta bajo un yugo material.

Reluce al sol, la jaula,
enterrada en el costillar
y crepitan las células,
crepitando con acerbo píar.

(El peso del día
es un parpadeo tuyo,
el tiempo se consume
entre tus cigarros...
Morimos a bordo del móvil...
Pero el mecanismo prosigue
con monotonía inevitable).

Mujer, es tu raíz amarga,
somos dos barcos entre tierras.
Tiene tu cintura forma
de fruto de la condena.

El desgaste de la vida
se me clava en las manos
y llorando me rindo,
también del cielo
el relámpago fue esclavo.

(Poseidón en mi alcohol
propone cantos de sirena,
el cosmos es color beige
y sus barbas antimateria.
Su tridente es sagrada trinidad).

-

Entre eones por la bóveda
marcha incandescente orbe
acelerado y bravucón, matasiete,
palpando con rayo eterno
la propiedad de todo pliegue:
espacios, estaciones, edades...

(Miedo a la parca,
miedo a la vida,
miedo a mí mismo...

Engañando a la engañada
humanidad y al individuo...

Al espejo, al reflejo,
a mi Dorian Gray de pega....

Mi escondido retrato
es un papel con semen de poema).

Más lejos en el confín,
al horizonte marchan chaveas
dejando tiernos castillos
que habitaron cruentos reyes:
ellos en sus propios cuentos.

Volverán al umbrío monte
empapados de lamentos,
todos seremos de la humilde
familia, sufriremos el mismo
hambre, hermanados en la miserable
marea del negligente destino
de los hombres y las gentes...

Migran desde el suelo y al suelo
todas las flotantes aves,
ilotas de su suerte,
islotes en sus mares celestiales...

Tú, amor mío,
entre humo te desvaneces...
Fuera de los días pares,
conociendo mi paradero
y sabiendo del frío estío:
olvidando este requiebro...

Paralizados por agosto
que es decadencia inversa...
Me importa poco
si eres natural o solo perversa.

Pues persigo pegásides
y si se me tercia:
desplazo plácidos plácemes
de versos que recito
hacia un ábside: el olvido.

No más "te quieros" expeditos
a base de crédito,
mi pueblo agotó su fe en tal
iglesia... Llámame eremita o
refrito de termita en
hormigueros caníbales.

(Y con este variopinto devaneo
de tinta digital se acaba
el son veraniego del
radiactivo vals.

Me despido con ánimo somnoliento
y pensativo).

No sin antes celebrar
la compostura en una hamaca sin final.
Dígolo con confusión abisal
que vinculé mi vida al sistema nosferatu.
En su letargo posó sus garras
en mi cerebro indiferente, manido,
perdido en su circunstancia...

Pasa la vida, pasa por mi auricular,
solo articula palabras, sin saliva,
me escucho, me leo, me muero.

Macabra tradición degenerada
en presente post-moderno).

Y ahora viva.