La vida que salvé

Anhelas resolver los misterios del alma, pero eres inconsciente del fuego que ha estado quemando a la tuya. Vienes a mi como una flecha que vuela y clama por carne de hombre agotado. Cuando permito que me claves, no haces más que hundir profundamente tus palabras en mi herida abierta y me haces desangrar lentamente.
A veces, hay hombres que sobreviven a heridas de muerte. Quizás estás tratando de quitar vida a un muerto, pues he muerto para aquel ciclo de la vida que permitía la entrada de cualquier basura.
Ahora que he nacido nuevamente, tus blasfemias son como rosas hermosas para mí, porque en el cementerio que estaba enterrado, aprendí a admirar la belleza de los jardines que velan por los cuerpos sin alma.
Ahora que mi alma se ha regenerado, vivo para ser la herramienta de un ser que habita en mí, y ese ser soy yo, aquel que había muerto y la vida salvó.