Espiral sin final

Como si el vómito me vomitara a mí. Cuando las estrellas brillan más que la luna, el cielo se deja caer sobre la tierra y cae sin cesar en un agujero sin fondo. Así va la historia, cayendo sobre un agujero sin detenerse, tan veloz como el suspiro de cada ser que deja de caer para siempre en aquel vertiginoso espiral sin fin.

Aunque veo todo en un movimiento propio a su cuerpo, sé que caemos en un sin fondo cada momento, y cada vez más rápido que ayer. Cómo si el vómito me vomitara a mí mismo lleno de manchas, heridas y sangre. Cómo si naciera cada vez que las estrellas vuelven su tamaño normal, entregando a la luna mayor luz. En los mares circulan grandes cuerpos sin parar, atraídos por las fuerzas de la perdición y el sin fin de lo gigantesco. Así va la gran mayoría de vidas, siendo tiradas en alguna orilla donde creen haber hallado lugar donde establecerse, pero una gran fuerza les devuelve a la circulación eterna del sin saber y la desesperación.

A menudo pienso en la naturaleza como una guía de sabiduría, pero mis anhelos a veces, son contrarios a cualquier inteligencia normal o establecida. Y no digo ser un rebelde, más bien padezco de una parálisis. Porque en aquel espiral sin fondo por dónde todos están cayendo, yo a veces me detengo y logro ver aquella lágrima que correrá por la mejilla de todos sin excepción. En ese momento, el tiempo avanza porque tiene un segundo para tomarse un descanso, y allí yo logro ver cómo cada vida está atada a los fetiches de la sociedad, y no a alguna guía de sabiduría.