TE RECUERDO AMADA

No sé si podré volver a verte, no lo sé. Ni siquiera alcanzo a adivinar como eres en mi ausencia, o si el aire sigue refrescando en el ocaso. No logro percibir tu esencia, tu color, tu paz. Han pasado tantos años desde entonces, sin ver salir el sol en la mañana, allí, entre las colinas que protegen nuestra casa y sentir el rocío de la noche entre mis manos o el aroma a vida. No recuerdo el color de los campos de maíz cuando todo es como quiere la madre primavera, la música suave que produce el viento en la cosecha, las espigas amarillas o los niños jugando entre la paja y regalando vida. Sonidos y colores de de mi patria, de mi tierra amada. La de buena gente, trabajadora y fiel al compromiso de la vida, que no es otro que vivir, aprovechar cada segundo, sentirlo, recordarlo y agradecerlo como parte del regalo que es nacer. Aprendí a caminar por otras tierras sin tu esencia,
conseguí alimentar mis sentimientos, mis emociones, mis sueños de juventud truncados en tu recuerdo, siempre vivo, siempre alegre, protector y compañero en la penumbra. Ha pasado demasiado tiempo, ya casi no recuerdo como eras. Quisiera prometerte no morir sin abrazarte, no caer sin sentir tu tierra entre mis manos, no arder sin saber que mis cenizas volaran por tus campos de maíz en primavera, regalarte cuanto fui, pasar a formar parte de tu esencia, que es la mía. Te añoro desde el frío de estas tierras que me acogen, que me quieren y aceptan como soy, tan distintas, tan iguales en lo bueno y en lo malo, la patria de mis hijos, que son tuyos, los que nunca han gozado de tu esencia. Jamás te han visto ni sentido, a pesar de mis esfuerzos. No sé si podré volver a verte, no lo sé. Pero aguardo impaciente ese momento, ese instante maravilloso que sueño con vivir para después contarlo, escribir este poema y cantarlo al mundo, decir que no has cambiado, que sigues siendo tú,
la madre que recuerdo, con las gentes que me extrañan, con sus campos de maíz en primavera, las lluvias del invierno, los niños que juegan, la brisa, el rocío, el aroma y el color, ese que enamora, atrapa y te hace esclavo de su esencia.

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