La tregua

He cambiado en muchas cosas; algunas buenas y otras malas.

Pero creo que comienzo a mejorar aunque yo no lo sé de cierto.

Me encontré como dicen Cortázar y Ende en el mundo de los que caen de arriba y abajo porque arriba y abajo no significan gran cosa cuando ya no se sabe en donde se esta.

Me volví un loco en el sentido de que quizá La verdadera locura no sea otra cosa que la sabiduría misma que, cansada de descubrir las vergüenzas del mundo, ha tomado la inteligente resolución de volverse loca, tal y como dijo Heinrich Heine.

Peleé contra los perros salvajes que están en mi sótano y me volví más sabio tal como me recomendó Nietzsche.

Toco a mi puerta ese maldito gato negro de Poe y termine sacándole ambos ojos.

La pase muy mal no tan mal como bukowski y su gato pero bastante mal.

Viví en un sótano como el de Sabato y tuve una vida de contrabajo tal como relata Patrick Süskind pero al mismo tiempo tuve un combate y otros cuentos, intentando no terminar como el señor sommer.

Busque mi propio camino como Siddhartha gracias a Hermann Hesse.

Me pase toda la vida sin vivir en absoluto y de pronto toda la vida se concreto en un instante tal como lo dijo Oscar Wilde, aprendí a vivir y no solo a existir.

Morí como rorschach al darme cuenta que no podía cambiar a la humanidad, pero morí tantas veces que aprendí a resucitar como Elvira Sastre, hasta el punto en que ya no pude resucitar más y fue en ese momento que aprendí a nacer de nuevo, ha sentir todas aquellas mágicas emociones por primera vez; El latido del corazón, la música que desborda el alma, los colores que iluminan el universo, la caricia del viento, el parar del tiempo en un beso.

Y ahora...

Estoy en el lapso de mi vida en el que disfruto la tregua que me a mostrado Benedetti.

By: Rodriguez Vazquez Christian Uriel.

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