La distancia de la pena (mi pasado)

Prefiero pensar
que todo tiempo pasado fue mejor;
guardo allí todos mis recuerdos,
mi pretérito equilibrado
que no es ni perfecto, ni imperfecto.
Es solo mi pasado.

Ese tiempo tan letal que todo lo debería curar,
ese tiempo efímero que pasa y se lleva el dolor,
esos viejos recuerdos que se visten de fantasía
y ese tiempo cordial que nos deja pasar delante,
que me acoge, que me arrulla y que me ampara,
ese no es mi tiempo

Yo le diré al tiempo cuál es su mejor momento,
en qué exacto instante él tendrá que pararse,
dejar de ser recuerdo y convertirse en memoria,
no quiero más ese efímero pasado tan lastimoso,
quiero mi pena del tamaño que yo mismo decida,
desestimó un devenir vestido de predestinación.

Quiero desafiar ese devenir, su caos y su noche,
porque lo no visto no es lo que no puedo imaginar
me desconcierta ese no saber lo que me espera,
pero si mi mente no puede evadirse de su control,
quiero al menos un pulso con ese crono adulterado.

Quiero deberle algo al tiempo, al intolerante reloj
sé que mi inexcusable deuda es una excusa más,
pero así sé que con mi adeudo tendré su atenció
es bueno tener un saldo negativo con el pasado,
una mirada retroactiva que me atente a lo vivido.

Vivir el recuerdo, encendida vela conmemorativa
llama viva de una memoria que vive en la distancia
evocación que solícita acude siempre a mi llamad
para recordarme que no hay más que un pasado,
uno que no es perfecto y que no es imperfecto,
pero es mi tiempo y yo sabré qué hacer con él.

No quiero olvidar lo que pasó,
no quiero dejar atrás el dolor,
quiero mi memoria intacta,
quiero mi pena tal y como ella es,
quiero recordar lo vivido
para poder seguir viviendo.

JIJCL, 3 de noviembre de 2021