Crónicas de un mensajero.

El día en que las flores murieron y el aire se impregnó de hedor;

El día en que los árboles cayeron y la gente se lamentó;

El día en que el cobre aumentó de valor y, a la vez, la vista al cielo se nubló.

Ese día lloré como un ciego, sin recuerdos a color.

Ese fenómeno me sumergió en un mar de tormento,

me hizo desdichado, me hizo amargado.

Que más quisiera que encontrar consuelo entre tantos pensamientos...En lugar de eso, me lleno de más dolor.

¿Por qué se perdió el color verde, en dónde lo dejamos tirado?

Hoy más que nunca deseo ir a buscarlo.

Por lo menos, puedo sentir la brisa cantando....

Aunque no expresa melodías de fervor,

sino al contrario, su voz me llena de terror.

Pero aún sé que canta y que no la hemos perdido.

No como el agua de los mares, que antes susurraban y ahora solo exhalan gruñidos.

¿Por qué los pájaros se comen a sus hijos?

¿Por qué en tiempos difíciles abandonan a los nidos?

Oh, si tan sólo hubiera sido más atento.

Tal vez todo esto no habría pasado...

Hasta hoy me doy cuenta cuán encantador era el sol

con sus relucientes destellos, dándonos calor.

Hasta hoy me he fijado que la lluvia me ha gustado;

aquella cristalina que acariciaba el prado.

Ahora sólo llueve cenizas, que carbonizan al más blanco.

Ya no me gusta la lluvia, ahora si me toca me hace daño.

Oh, cuánto extraño la comida de mamá, ahora si pudiera me comería todos los aliños.

Pero ahora lo que tengo no es más que gemidos.

Extraño ser humano, extraño sentir frío.

¿En qué me he convertido?

¿Seré el único que añora el pasado?

Oh, como ambiciono estar entre un bullicio.

Ahora siquiera tengo suerte de toparme con un indigente desdentado.

Siempre me pregunto:

¿Para qué nos sirve viajar al pasado, si no podemos arreglarlo?

Si cada vez que lo intentamos fracasamos, empeorando.

Ojalá alguien en este viaje me creyera y atendiera mi llamado.

Lo intentaré sólo una vez más, no pierdo con intentarlo.

Oh, de verdad espero que alguien me crea en esta ocasión,

y no que vuelvan a tacharme de loco-exagerado.

Si pudiera transmitir mi desespero, lo haría, pero no es correcto.

Primero, porque no puedo demostrarles exactamente lo que veo;

y segundo, porque nadie merece sentir lo que padezco.

Oh, sólo me queda repetirlo una vez más, detallar lo que vivimos y cómo lo hicimos.

Con la esperanza de que todos entendamos y lo corrijamos.

Espero que esta vez me crean, no quiero regresar al mismo lugar; sabiendo que mi mañana es un día incierto.

Extraño cuando reciclaba por diversión, ahora si no lo hago corro con la suerte de terminar en prisión.

No hay nada peor que vivir una agonía, que te consume a fuego lento.

De verdad, hoy que puedo pensarlo, no quiero que nadie más sienta mi sufrimiento.

¡Por favor, oigan mi llamado!